El Covid-19 ha generado un proceso de aceleración de la transformación digital que no tiene comparación. Esto nos está obligando a hacer trabajo remoto, educación remota, telemedicina, que se suman a una gama de aplicaciones que ya usábamos para interactuar con otras personas, pero además se añade a los electrodomésticos que se conectan a internet de manera permanente, mediante el denominado: internet de las cosas.
Pero todo esto a lo que nos enfrentamos tiene un punto de inicio fundamental: la conectividad. Y la evolución que estamos presentando es el 5G, que mejorará la conectividad, permitiendo tener más dispositivos conectados, tener mayor velocidad de subida y bajada de información (permitiendo mejores sesiones remotas y, por ende, ampliar la gama de aplicaciones que se pueden utilizar), y también con claras mejoras de seguridad.
Es pues necesario entender el 5G no solo como la siguiente tecnología sino como el instrumento para masificar el internet de las cosas; así como ser el elemento de sustento de la transformación acelerada post Covid-19, que enfrentamos.
Pero debemos dar algunos pasos importantes para evitar que este despliegue de tecnología no se convierta en un camino infértil. Por un lado debemos evitar que los gobiernos locales (municipalidades) mal entiendan el despliegue de antenas, porque son estas las que permiten facilitar el 5G y que ayudan a brindar mejor conectividad a las personas. Es decir, se deben convertir en aliados y no en limitantes. De igual modo las autoridades deben facilitar la labor de las entidades que asisten a la conectividad (empresas que instalan antenas), pues todo esto mejorará las redes de conectividad y en general las de soporte a la conectividad. Sin duda estamos frente a un Perú Digital, pero aún hay mucho por conectar.
Por: Erick Iriarte Ahon
Abogado especialista en Derecho Digital/ CEO de eBIZ/ Colaborador de Esquinas Seguras
