El Covid-19 es el reto más grande que ha vivido nuestro país y, por supuesto, un gobierno. El virus llegó al Perú en medio de un sistema de salud pública deficiente y una institución policial con muchos cuestionamientos. Sin embargo, y pese a todo, son los médicos, enfermeras y efectivos policiales quienes formar parte de la primera fila de combate contra esta pandemia.
Día a día, médicos, enfermeras, policías y militares son los encargados de cuidar a los infectados y de hacer cumplir el aislamiento social, pese a sus múltiples deficiencias. En el caso específico de la PNP, la institución hace un esfuerzo denodado, pues no es un secreto el déficit de efectivos que existe en el país (hay 136 mil efectivos cuando deberíamos tener como mínimo 200 mil) y las otras carencias que tienen en la institución incluyendo el combustible para sus patrulleros.
Obviando los inconvenientes, la PNP salió a las calles, ejecutando un plan de emergencia neófito, exponiéndose a un contagio inminente. Es así que a la fecha, según el Ministro del Interior, Carlos Morán hay más de 1, 300 policías contagiados con el Covid-19 y varios decesos.
Pero ¿qué han recibido a cambio?
Así como la PNP, tiene el deber de cuidar a la población, hasta evitando que se contagie de Covid-19, es obligación del gobierno salvaguardar la integridad de los miembros de dicha institución, dotándolos de todo lo necesario para estar protegidos. Pero esto no ha pasado en muchas zonas del país como Loreto, Cusco, Tacna y la misma capital Lima, donde los mismos efectivos han denunciado una serie de irregularidades y carencias que van desde la falta de mascarillas, guantes y hasta pruebas para descartar el Covid-19 en sus cuerpos.
“Hemos tenido que comprar mascarillas con nuestra propia plata porque la que nos dieron ya no hay. Eran descartables y se ensuciaron a los dos días. Otras veces, hemos intentado hacer mascarillas con papel y hasta usamos bolsas en las manos en vez de guantes”, cuenta un efectivo de la comisaría de Pamplona Alta, quien por temor a las represalias omite decir su nombre.
En las redes sociales también es frecuente leer quejas y denuncias por el tipo de material de protección sanitario que se les da o la exposición a la que son obligados por orden superior para salir a patrullar las calles y sin estar protegidos.
“No es posible que nos traten así. Nosotros queremos cuidarlos, pero necesitamos que el Estado también se preocupe por nosotros y nuestras familias. Muchos compañeros han caído cumpliendo su deber; esta es la peor guerra que hemos vivido porque no vemos al enemigo y sin embargo, todos los días nos enfrentamos a él en las calles”, dijo otro efectivo de la comisaría de Comas.
No tratemos mal a nuestros héroes. Sin ellos, el Covid-19 ya habría cobrado más vidas. Ayudémoslos a cumplir con su trabajo, ya sea obedeciendo a sus órdenes en la calle o brindándoles el material adecuado para que puedan regresar a sus casas con sus familias sanos y a salvo.